6 poemas para la soberanía latinoamericana
La poesía como ontología de la conciencia
La poesía de protesta no debe, de ninguna manera, renunciar a su dinámica estética y debe reflejar un alto sentido de responsabilidad en la construcción del lenguaje, en tanto que deviene de un individuo que es un ser en el mundo. Por consiguiente, el poeta tiene una conciencia cuyas propiedades emergen de un conjunto particular de circunstancias que configuran una estructura situacional de la que surge una idea del mundo, es decir: la conciencia. Dicha conciencia es fenomenológica porque proviene del sentido que le ha dado al mundo mediante las ideas que construye a través de las vivencias, de la existencia misma de donde se coligen aquellas situaciones que alegran u oprimen su espíritu y también el cómo se enfrentará a la avalancha de episodios constantes y variados que plantea el vivir. Partiendo de ese entramado, las vivencias y la idea de la vida son dos propiedades que se entrelazan para originar un mismo camino que el individuo elige cómo transitar. Esto no escapa de la labor del poeta que enfrenta la situación social y política de su sociedad y elige condenar la injusticia, resaltar lo humano y lo justo a través de un lenguaje donde la furia y la calma transitan en un despecho supremo que solo es posible a través de la belleza lírica del poema. Por esa razón, el poeta no debe —por razones sociales ni políticas — renunciar a las cualidades líricas del poema, sino que esa belleza sensorial requiere pervivir para que se le pueda nombrar poesía de protesta. Por tal motivo, a este breve ensayo lo he denominado La poesía como ontología de la conciencia.
En esta entrega de Dos Goliardos vamos a arrojar una mirada a algunos ejemplos de la poesía de protesta social y política latinoamericana, destacando su importancia y necesidad para las masas oprimidas que reclaman justicia, también su valía para denunciar los discursos oficiales, hegemónicos y opresores. Dentro de esa dinámica ontológica que se puede precisar en la poesía de protesta es importante establecer el porqué de su emersión.
La poesía de protesta surge por las condiciones de precariedad provocadas por los grupos dominantes proimperialistas de la que se deriva la represión e invisibilización de los derechos de las mayorías y la persecución de quienes se levantan contra las formas de tiranía. Entonces, es el escritor en plena conciencia de su época, realidad y coyuntura histórica, quién decide levantar su voz desde la escritura, con un compromiso social y político, con una suerte de ética entendida como la esencia de lo que la justicia debe ser; de la que el poeta aparece con un lenguaje muchas veces conversacional sin perder el giro lírico y sin la despersonalización de su hacer poético; configurando una voz crítica que acerca a las conciencias, a las colectividades, a la defensa de la equidad, igualdad y seguridad de la dignidad humana y sobre todo a la autodeterminación de una sociedad consciente de sus aspiraciones.
No sabemos si la poesía cambiará al mundo, pero sí entendemos que es una suerte de herramienta en el tiempo donde la verdad histórica devela esa fenomenología del poeta de época, donde las generaciones entienden finalmente el discurso de su lucha y se crea conciencia colectiva como es el caso de la poeta Diana Morán de Panamá que sensibiliza el ser panameño frente a la opresión de la enclave colonial norteamericana en Panamá durante el siglo XX, máxime cuando su poesía canta a los mártires del 9 de enero de 1964 que lucharon contra la opresión yankee en nuestro territorio:
“Oh, prendida garganta de mis muertos- yo tengo que gritar
Con su polen de incendio en los cuatro puntos de la rosa del aire…”
La poeta sensibiliza un contexto histórico; devela un mensaje que despierta a las masas con un verso cuyo sonido es tan fuerte como la sangre. Esa labor de la poesía de protesta acerca a la gente a su contexto, a su realidad, a una estructura epistemológica de la configuración política de nuestros pueblos latinoamericanos.
Sobre la base de ese mensaje se colige un entendimiento del papel del poeta en la historia de las luchas sociales de aproximarnos a esa contestación contra el autoritarismo. Es en esa contestación que provoca la poesía de protesta que las sociedades logran reconocerse, como la gente en Chile se reconocía entre los poemas de Pablo Neruda durante la dictadura: “Vienen pequeña América olorosa, a clavarte en la cruz, a desollarte, a tumbar el metal de tu bandera…” se reconocieron en el dolor, en la nostalgia que camina como hormiga en las venas de la vida, y es en ese reconocimiento que la sociedad chilena entendió la valía de la lucha. Entender la importancia social de la poesía es imperiosa labor por el momento histórico que vive Panamá con su rebelión social y lo es, que sean nuestros poetas esos estandartes que nos aproximen a ese reconocimiento histórico de lo que es la lucha contra la tiranía y la dictadura que tristemente acaece en Panamá, esta dictadura civil que quiere acabar con el futuro de las mayorías. En efecto, la poesía de protesta contribuye a erigir una conciencia histórica enlazada a la memoria histórica, nexo que establece los principios de la llamada cultura histórica; y a su vez, a que la cultura histórica logre una relación con su pasado en los episodios efímeros y que su sociedad logre interpretarlos como componente de su maduración colectiva. Es ahí donde deriva la poesía como ontología de la conciencia. Basado en ello presentamos esta muestra de poesía de protesta que ha contribuido a la maduración psicopolítica y psicosocial de los pueblos de nuestra América.
Ariel Romero
Escritor
@ArielRomer9488
1 - Changmarín (Panamá)
Extraído del poemario Versos para entrar a la zona liberada del Canal de Changmarín
Voy a escribir un verso
para entrar a la Zona liberada del Canal
a los jardines prohibidos
con José, con Pedro y Juan y con María;
más allá del muro de los alambres
y del Comando Sur.
Iré desde el Chorrillo,
para asaltar el cielo latinoamericana del Ancón,
con los muchachos de calle veinticinco,
o dieciocho Marañón
y las gentes de Samaria, de Santa Ana,
Calidonia y Curundú.
Marcharé con la bandera
azul y roja y blanco,
y también con mi bandera roja,
porque no voy a vender mi ideología
por pan
o plata
o puestos públicos
o privados...
o algún carro del último modelo.
Voy a recorrer Balboa City y sus exactas calles,
a respirar el aire primitivo de los bosques
a mirar desde el Ancón,
el claro mundo que nos quitaron.
Patriarcas - Blanca Guifarro (Honduras)
Extraído del poemario Versos en resistencia (28 de junio 2009) de Blanca Guifarro
blancos por fuera
ensangrentados por dentro
los patriarcas se confiesan
y reciben la paz
blancos por fuera
ensangrentados por dentro
los patriarcas
amasan la represión
con dinero fusiles radio y t.v.
se confiesan
y les llueven bendiciones
blancos por fuera
ensangrentados por dentro
los patriarcas
compran conciencias
succionan el pueblo
se confiesan
y juegan al perdón
blancos por fuera
ensangrentados por dentro
los patriarcas
rezan
esconden sus pecados en los bancos
se confiesan
y a la diestra del padre están
blancos por fuera
ensangrentados por dentro
los patriarcas enloquecen
al pensar
que el poder se les escurre
expatrian sus millones
se confiesan
y el cielo abre sus puertas
blancos por fuera
ensangrentados por dentro
los patriarcas
van camino al juicio final
Voy a las batallas - Manuel Scorza (Perú)
Extraído del poemario Las imprecaciones de Manuel Scorza
América,
aquí te dejo.
Me voy a las batallas.
Luchar es más hermoso que cantar.
Yo te digo,
a pesar del dolor,
a pesar de las patrias derrumbadas,
ama a los gorriones.
Yo sé que es difícil
hallar entre las tumbas un lugar para la risa.
Yo mismo, a veces, caigo,
y el viento
levanta mi cara como una alfombra rota,
pero aun en las celdas,
bajo la lluvia,
yo no perdí la fe.
Amigos,
aunque os golpeen,
jamás perdáis la fe;
aunque vengan días sucios,
jamás perdáis la fe,
aunque yo mismo os niegue de rodillas,
no me creáis,
amad la vida,
¡guardad rocío
para que las flores
no padezcan las noches canallas que vendrán!
Sed felices, os ruego,
salid de los cuartos sombríos,
sed felices para que yo no muera.
Yo no escribí estos cantos
para dar espuma a las muchachas.
Yo canté porque los dolores
ya no cabían en mi boca:
yo siempre estuve aquí
peleando con mastines de pavorosa nieve;
conozco todas las caras,
he visto a los deudores tratando
de meterse en sus zapatos cada amanecer.
¿Dónde no estuve?,
¿en qué pantano no bebí?,
¿a qué pozo malo no rodé?
Ay, a mi alma caían las cáscaras
que amargas cocineras, pelaban.
Amigos: en mi corazón jamás reinó silencio,
yo oí todas las voces,
escuché a las sábanas quejarse,
supe cuando las criadas escribían cartas de tristeza,
y cuando no llegó a tiempo el único pie del cojo,
y canté, América, los dolores,
y recliné en ti mi cabeza.
Mas ahora digo:
degollad la tristeza,
cantad frente al mar.
Dadme la mano, amigos.
Amo la tierra flaca
que me siguió cojeando a los destierros.
No quise confesarlo antes.
Era difícil,
me ahogaba el esqueleto,
el aire me dolía,
la voz me llagaba
pero ahora te amo.
No soy nada,
no soy herrero,
ni jinete, ni sembrador.
Yo sólo sé cantar, pero te amo;
¡también la aurora se construye con canciones!
¡Amigos,
os encargo reír!
Amad a las muchachas,
cuidad a los jazmines,
preservad al gorrión.
No me busquen amargos en la noche:
yo espero cantando la mañana.
Un gran viento se levanta.
Hay demasiado dolor.
Un gran viento se levanta.
He visto arder extraños ríos.
Un gran viento se levanta,
preparad la hoguera,
preparaos.
Aquí dejo mi poesía
para que los desdichados se laven la cara.
Buscadme cuando amanezca.
Entre la hierba estoy cantando.
Morazán vigila - Pablo Neruda (Chile)
Extraído del poemario Canto General de Pablo Neruda
Alta es la noche y Morazán Vigila
¿Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes.
Cinta central, américa angostura
que los golpes azules de dos mares
fueron haciendo, levantando en vilo
cordilleras y plumas de esmeralda:
territorio, unidad, delgada diosa
nacida en el combate de la espuma.
Te desmoronan hijos y gusanos,
se extienden sobre ti las alimañas
y una tenaza te arrebata el sueño
y un puñal con tu sangre te salpica
mientras se despedaza tu estandarte.
Alta es la noche y Morazán vigila
Ya viene el tigre enarbolando un hacha.
Vienen a devorarte las entrañas.
Vienen a dividir la estrella
Vienen a devorarte las entrañas.
Vienen a dividir la estrella
Vienen
pequeña América olorosa,
a clavarte en la cruz, a desollarte,
a tumbar el metal de tu bandera.
Alta es la noche y Morazán vigila.
Invasores llenaron tu morada.
Y te partieron como fruta muerta,
y otros sellaron sobre tus espaldas
los dientes de una estirpe sanguinaria,
y otros te saquearon en los puertos
cargando sangre sobre tus dolores.
Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes
Hermanos, amanece. (Y Morazán vigila)
Soberana presencia de la patria - Diana Morán (Panamá)
Es enero en las calles donde ruedan los gritos,
nueve o diez en la carne, en la súplica radial
de un arroyuelo rojo para soldar los nervios,
es la fecha de un pueblo que encontró su camino.
Escuchen lo que digo
con una brasa de odio
en el pájaro dulce que habitaba mi seno,
aunque la barba de Walt Whitman hable
de familias de hierba y moral manzanera.
La patria se fue, como siempre se ha ido,
con su camisa blanca
y la corbata azul de adolescencia,
con el civismo juvenil de su paso
y el fértil batallón de sus arterias
a enarbolar el vuelo allí donde cortaron
las alas tricolor de sus emblemas.
Escuchen lo que digo
con la capilla ardiente del rencor más viejo:
Mi patria, cántaro de amor en todo idioma,
que ofrece su agua buena al peregrino
ha arrastrado sesenta calendarios
sin derecho a la fruta, al árbol de su huerto,
saqueada en la bondad de su cintura.
Escuchen lo que digo:
En cada sitio de mi cuerpo hay un dolor de siemprevivas
para contar al mundo la parábola del buen vecino
que aplastó la luz recién nacida.
Muchachita de paz,
exigiste la fruta, el huerto, el asta de tu nombre
y el muro… el muro blanco… el muro rubio
-su carta fraternal… Punta del Este- deshilvanó tu esencia, derramó su cauce,
a la húmeda intemperie de gases lacrimógenos
gemías, Panamá, como un maizal en llamas.
¿Quién me pide cortinas
para azular la piel quemada de estas sienes
que jamás pensaron en tirar un jazmín a las alondras?
¿Quién reclama la sílaba final de un corderito
para ensayar un apretón de manos
aquí, donde quedó sin gasa el hospital
para cubrir la fuga de amapolas?
Quién, quién se atreve a rezar:
Tío Sam, Santa Claus, Cuerpo de Paz
-Arca de las Alianzas, Consuelo del Afligido-
el corazón agujereado
cicatriza con verdes papelillos.
¿Quién me pide que sufra, que suframos de amnesia,
que le demos a Fleming tres medallas
y con Bogart bailemos tamborito
por la amistad del tiburón
y el anzuelo en las sardinas?
¡No! El sol no despierta para ustedes,
usureros del aire.
Ese disfraz de oveja, hermano lobo,
ya no engaña el candor de las violetas.
Ahora ¿cómo bautizarás esta maniobra?
¿Juegos de patos?
¿Operación amiga en Canal Zone?
¿Pildoritas Johnson para el subdesarrollo?
Estos brazos que buscan una forma de niña,
un latido de novio, una frente en los libros,
película no son para soldados morfinómanos.
La viudez de estos cuartos no se vende en coca cola.
El salitre escapado de la herida en desvelo
no es negocio de chicles o zapatos.
Este nueve de enero no es cera de museos,
no es moneda de cambio
ni tiene la firma de Bunau Varilla.
Yo tengo que gritar,
-Oh, prendida garganta de mis muertos- yo tengo que gritar
con su polen de incendio
en los cuatro puntos de la rosa del aire
donde soltó la UPI sus vampiros.
¿Qué palabra,
qué palabra por más sucia que sea
no resulta flor para escupir el rostro
de búfalo en conserva?
Qué adjetivo no es ángel para pintarte buitre,
si por cada paloma que la mano te ofrece
asesinas la mano, la sal y la paloma!
No hay lago, frontera, axila que no lleve
el tatuaje de tus colmillos roedores de luceros.
Malditos de ayer! Asesinos de hoy!
Herodes de siempre!
Los huesitos de Chapultepec…
los huesitos de Atitlán…
Los huesitos de Hiroshima…
La carne, los huesitos de mi patria
molidos con repiques de metralla.
Mi cielo violado, como una niña ciega,
en la torturada inocencia de su pubis,
las venas sacadas de su casa joven,
los hijos deshojados, lirios secos,
la última estrofa del Canto a la Bandera
en el frío ruiseñor de la mirada
y el llanto, el llanto maternal
-Oh vaso ardiente-
sangriento memorial de labio en labio.
Yo tengo que gritar:
Mis muertos son vivas sembraduras,
ataúdes que nutren la esperanza
con el ritmo ascendente de la lucha.
En las cuencas de Rosa revientan las espigas,
en la espalda de Ascanio se arman las legiones
los fémures de Alberto, Teófilo y Rogelio,
son astas invencibles otra vez en el muro.
Los ojos de Ricardo, los labios de Rodolfo,
las células de Víctor, los dedos de Carlos,
las piernas mordidas, sus núcleos morados,
sustancias nacionales, patrimonio se han vuelto.
La sangre de los hombres es historia viviente
savia que da la muerte se incorpora
soberana presencia de la patria.
El gorrión machacado en la lengua de un héroe
fertiliza el reposo de su hielo
y hace nido en la marcha su clarín de conciencia.
Escuchen lo que digo, hoy nueve de enero,
a ustedes tragalunas del mundo,
a ustedes que asesinan los dedos sembradores de olivo:
Del hijo acribillado retoñan muchos hijos,
del obrero en el polvo mil obreros regresan,
del semen inmolado toda cuna germina.
Las tumbas pregonan! Se desclavan las cruces!
De la cal del pueblo, el pueblo resucita!
Y tú, pequeña patria, gigante de esta fecha,
esculpida en la roca de tus muertos
para nacer definitivamente,
abrirás tus alas agredidas
en el dolido cofre de tus peces.
Hasta el último niño en presagio de mieles
ofrendará su pálpito de auroras
por la libre heredad de sus estrellas
Hoy! Mañana! Siempre!
Hace tiempo que escogí - Thiago de Mello (Brasil)
Extraído del poemario Mormaço na Floresta de Thiago de Mello
Traducido por Mario Benedetti
La luz que me abrió los ojos
para los desheredados
y heridos de la injusticia
no me permite cerrarlos
nunca más, en tanto vivo.
Sea por asco o fatiga
me dispongo a no ver más
y aun cuando el miedo acosa
mis ojos, me es imposible
dejar de ver. La verdad
me ha tocado con su lámina
de amor el centro del ser.
No se trata de escoger
entre ceguera y traición.
Pero si entre ver y hacer
de cuenta que nada vi
o hablar del dolor que veo
y ayudarlo a tener fin,
ya hace tiempo que escogí.